Ante la cumbre climática del COP25 – Superar el capitalismo para salvar el planeta [CAS]

[Superar el capitalismo para salvar el planeta]

El pasado 1 de noviembre, la Mesa de Gobierno de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático decidió que la próxima cumbre del clima de 2019 (COP25) se celebrase en la ciudad de Madrid, bajo la presidencia de Chile y el apoyo del gobierno español.
Ninguna de estas cumbres ha servido para frenar la crisis climática. Los compromisos a los que llegan los países no se cumplen y otros tantos continúan desarrollando políticas que atentan contra el planeta. Pero no se trata solo de analizar qué políticas practican qué países con más o menos hegemonía en la geopolítica internacional. Hay un problema central que es la raíz que causa la crisis climática, y que los estados no se van a plantear: el sistema económico capitalista.

Un tercio de las emisiones de carbono las emiten grandes compañías de combustibles fósiles como el petróleo, el gas natural o el carbón. Empresas como Saudi Aramco, Chevron, Gazprom, Exxon Mobil, National Iranian Oil Co, BP etc.[1] La contaminación a través de este tipo de energía está intrínsecamente relacionada tanto con la extracción y el procesado del producto como con su uso en la industria y el transporte y la emisión final de los distintos tipos de gases contaminantes a la atmósfera. Estas empresas están repartidas por todo el globo, por lo que no es un problema local de una zona concreta del planeta. Es un problema a nivel internacional en los cinco continentes. Y muchas de estas empresas radican precisamente en países que no acatan las decisiones que se toman en las cumbres. Además, este tipo de empresas forman lobbies y grupos de presión para forzar a los gobiernos a que desarrollen políticas que las beneficien económicamente.

Y no son solo las clásicas empresas de hidrocarburos y combustibles fósiles las que contaminan. El uso de las nuevas tecnologías y la adaptación del trabajo, la producción y el consumo a la nueva era digital traerán consigo la necesidad de la explotación, procesado y comercialización de minerales como el litio, vanadio, berilio, germanio, niobio y otros minerales raros[2]. Las nuevas tecnologías son un sector estratégico en la geopolítica internacional, dado que las economías de las sociedades desarrolladas van a depender de los productos derivados de estos minerales. Es más, muchas de las energías limpias que se puedan desarrollar en un futuro van a depender íntegramente de estos minerales. Para extraer y explotar este tipo de minerales, se devastan cientos de miles de kilómetros de terreno, arrasando ecosistemas enteros y desplazando sociedades, destruyendo sus formas de vida. La consiguiente dependencia económica de los países desarrollados de este tipo de minerales va a requerir acelerar la devastación que ya se da en continentes como África, América o Asia.

El proceso de degradación climática no se debe a causas naturales, está ligado intrínsecamente con el sistema económico capitalista. El proceso de industrialización del siglo XIX, la explotación del combustible fósil, la explotación de la minería a gran escala, así como las grandes empresas y gobiernos que se han beneficiado explotando el planeta hasta superar su capacidad de regeneración, son los culpables directos de la degradación ambiental actual.

Y en la península ibérica ya se notan consecuencias[3] como:

Disminución de las lluvias de forma consecutiva.
Aumento de la temperatura: más frecuencia de días con temperaturas máximas y extremas.
Disminución de la cuenca hidrográfica, que tiene como consecuencia directa la disminución de recursos hídricos.
Más facilidad de adaptación de especies invasoras tropicales.
Desertización de la península con la consecuencia de la pérdida de suelo fértil.
Aumento de los incendios.
Aumento de la temperatura del océano con la consecuencia directa de la acidificación y la modificación de la distribución de las especies marinas.

El planeta tiene un problema grave, y este es el capitalismo. Los compromisos y ciertas políticas que se puedan adoptar en esta y posteriores cumbres climáticas no van a atajar el problema. Los estados seguirán beneficiando a las grandes compañías antes citadas y a las grandes industrias eléctricas, como ha estado pasando en España con el polémico «impuesto al sol». La COP25 da por hecho que el cambio del clima es inevitable, por lo que es solo un engranaje del sistema capitalista para garantizar que este se siga desarrollando y adaptando a nuevas exigencias por el cambio de las condiciones climáticas.

El planeta solo puede salvarse cambiando el modelo productivo y de consumo por un modelo socialista que esté enfocado en las personas y el planeta, y no a los intereses geopolíticos de los estados o las grandes corporaciones empresariales. Un modelo económico que:

Respete la naturaleza y la biodiversidad.
Que socialice los medios de producción con el fin de superar el sistema capitalista.
Que lo gestionen los trabajadores por sí mismos a través de federaciones de producción y consumo.
Basado en la cooperación entre personas y sociedades, nunca en la competición.
Con un modelo científico al servicio de las personas y de la biodiversidad del planeta.

Por la anarquía.

[1] https://www.theguardian.com/environment/2019/oct/09/revealed-20-firms-th

[2] https://www.elmundo.es/papel/historias/2019/09/26/5d8b7ca121efa0c7778b46

[3] https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/2017/10/el-cambio-clima
Mira també:
https://grupoanarquistatierra.wordpress.com/2019/11/26/ante-la-cumbre-climatica-de-madrid-2019/
https://federacionanarquistaiberica.wordpress.com/2019/11/26/ante-la-cumbre-climatica-de-madrid-2019/
This entry was posted in Castellano, Reflexión and tagged . Bookmark the permalink.