fuente: https://www.zuhaizpe.com/por-un-sistema-de-salud-saludable/
Tradotto in Italiano da Resiste! (https://resiste.squat.net/)
Muertos de miedo
“Dicen que la muerte caminaba hacia la Ciudad Perdida cuando se encontró con otro caminante que iba en la misma dirección. El caminante le pregunta: – Mi Señora, ¿a donde va y a qué va? – Voy a la Ciudad Perdida, porque tengo que provocar una epidemia para matar a mil de sus habitantes. Pasados unos días y realizado el trabajo, la muerte vuelve por el mismo camino. A medio recorrido se encuentra otra vez con el caminante conocido. – Mi Señora, le dice el caminante, el otro día me dijo que iba a matar a mil de los habitantes de la Ciudad Perdida y resulta que han muerto cien mil. ¿Cómo puede ser esto?. – Yo solo he hecho mi trabajo, le responde la muerte, yo he matado a mil personas. – ¿Y el resto?. – El resto… ha muerto de miedo”.
La inoculación del miedo
Toda crisis, bien sea de salud, de vida, de afectos…, es como llegar a un cruce de caminos; en la encrucijada, en el cruce, emergen ante nosotros, como posibilidades, cuatro opciones: un camino a la izquierda que me lleva hacia mi, uno a la derecha que me lleva hacia los demás, un camino de frente que me lleva a avanzar (con los demás) para afrontar juntos las trabas y las dificultades y un camino atrás, que es el que me lleva a repetir lo que me ha traído justamente hasta aquí. En la elección consciente, de lo que es adecuado en cada momento, está la clave y re-solución de la crisis.
Si tomamos esta metáfora, en la actual “crisis sanitaria” que estamos viviendo, en mi opinión, los que toman las decisiones parecen elegir volver por el mismo camino que nos ha traído hasta aquí; es decir, seguir haciendo lo mismo,” luchar contra” y esperar a que “amaine el temporal”, cerrando los ojos, cual avestruz, al nuevo escenario que se presenta y evitando ver las nuevas posibilidades que emergen para que un nuevo paradigma a nivel de salud se instale. Si abrimos bien los ojos, si el pánico no nos maneja, podemos ser conscientes del cambio y oportunidad que, como semilla, toda crisis trae.
Se ha logrado convertir una gripe de invierno, que es un hecho ordinario, en un hecho extraordinario. Lo que sólo se había conseguido anteriormente con medidas policiales o militares, se ha conseguido con el coronavirus: el aislamiento, el confinamiento, el estado de excepción y que las personas vean al prójimo como posible origen de contagio, de infección y de muerte. Ya no “puedes” dar la mano, dar dos besos o un abrazo, ya no se lleva, está mal visto. Las abuelas y los abuelos no cuidan a sus nietos para que “no me contagien”. A partir de ahora la expresión emocional (besos, abrazos) va a estar bajo sospecha o incluso se volverá peligrosa.
Este virus, el coronavirus, el virus “real” (por lo de la corona), se ha propagado a través de los medios de comunicación (control) de masas: es la primera vez que se ha retransmitido una epidemia en directo, hora a hora, minuto a minuto, en tiempo real. Y luego, vuelto a retransmitir por wasap. No sé todavía si el virus se contagia, tal como nos lo dicen, por el simple contacto; lo que se, es que han logrado contagiar la ansiedad, la angustia, el miedo, el pánico; y esto va “increscendo”, como dicen los músicos.
Todo esto tendrá sus consecuencias a corto o medio plazo. Nos va costar un tiempo volver a ver al otro como distinto, diferente a mi y no por ello distante; durante un tiempo seguirá la inercia de verte como distinto y contrario (y tal vez “sospechoso de contagiarme algo”) en vez de distinto y complementario. En esta crisis, “la crisis C”, la crisis de coronavirus, saldrán ganando algunos mientras la mayoría perdemos; perdemos sobre todo nuestro poder personal, cediendo nuestro poder a un virus que ni siquiera vemos, pero que de tanto nombrarlo y temerlo, se ha vuelto todopoderoso.
Esta crisis, esta llamada epidemia, no está producida por el virus. Está producida por nuestra forma de vida, la vida competitiva y la supervivencia, insolidaria e injusta. Está construida sobre el miedo al futuro que cercena el alma de las gentes. Quizás algún día se demostrará que el virus no mata como el miedo, la angustia, la depresión y el aburrimiento desvitalizador, que puede acabar con la vida de muchas más personas. Queramos o no, estamos en medio de la “plaga emocional”, como decía W. Reich, la plaga del miedo.
El virus es un marcador de enfermedad
En un mundo ecológicamente tan complejo y autoorganizado como el actual, no podemos hablar de una sola causa de enfermedad. Hay muchos factores que favorecen la enfermedad y el más importante, desde luego, no es el virus. El virus es un marcador de la enfermedad, no es, ni puede ser, causa primera. Y sin embargo, estos días, la gente está convencida de que el único y verdadero causante de esta crisis es el coronavirus, un virus que nos ha caído encima y frente al que no podemos hacer nada; un virus que salta, por así decirlo, de persona a persona y ante el que estamos indefensos (salvo que usemos guantes y nos pongamos mascarilla).
Está muriendo gente, si. Pero como todos los años. Anualmente miles de personas mueren de gripe. Yo diría con gripe, pero no de ella. De hecho, la alarma actual no depende tanto del virus, sino de las medidas tomadas, que han provocado que un hecho ordinario se haya transformado en extraordinario.
Los coronavirus son virus que toman parte de una familia amplia de los virus de la gripe. Se considera que entre un 15 a un 30% de las gripes normales de cada año son provocadas por coronavirus. No son tan extraños y tampoco tienen la agresividad de la que se les acusa.
Microorganismos internos y externos
Hay millones y millones de microorganismos externos (virus y bacterias), en nuestros alimentos, en la tierra que produce los alimentos que comemos, en el agua que bebemos o el aire que respiramos, y que continuamente se relacionan con los microorganismos de nuestro interior (virus y bacterias). Es más, los microorganismos interiores o microbiota (intestinal, piel, vagina) son totalmente necesarios e imprescindibles para mantener la salud humana. En los últimos tiempos se ha comprobado el papel, de primera línea, que tiene nuestra microbiota intestinal en la puesta a punto de nuestro sistema inmunitario.
Los virus, las bacterias y los hongos, como microorganismos que son, conviven dentro de ese sistema infinitamente más complejo que es el ser humano. Por eso, es lógico pensar que es el ser humano el que actúa sobre el virus y no al revés. Nuestro organismo tiene la capacidad de mantener la homeostasis o equilibrio, y hacer frente a un microorganismo, en el caso de que éste se hubiera vuelto patógeno y facilitador de más desequilibrio.
Los virus sólo se vuelven patógenos cuando hay algún factor ambiental antinatural que los desestabiliza. Y uno de ellos puede ser el abuso de antibióticos o de medicamentos en general.
El ecosistema creado por la Vida, ha previsto que una manera orgánica, haya un equilibrio o armonía entre los microrganismos que son los virus, bacterias y hongos; pero se ha visto que si abusamos de los antibióticos, con los que se destruyen las bacterias, abrimos lo que en ecología se llama un “nicho ecológico”. En el hueco o vacío creado, pueden multiplicarse, sin ningún control, virus y hongos supuestamente patógenos. Un ejemplo de esa relación y reajuste que existe entre los microorganismos nos lo muestra el origen de la penicilina a partir de un hongo. Otro ejemplo lo tenemos en los lactobacilos saludables de la vagina, que cuándo son destruidos por los antibióticos, suelen desarrollarse, sin nada que acote su crecimiento, una especie de hongos, las cándidas, como signo de enfermedad.
En esta relación de microorganismos, la clave está en que nuestro hábitat interno se mantenga lo suficientemente saludable; que seamos conscientes de que la aplicación de las 5 claves de la salud: alimentación sana, respiración consciente, equilibrio movimiento-reposo, expresión emocional y contacto con la naturaleza, son los pilares de nuestro sistema de salud individual.
Máximo Sandín, que ha sido profesor de biología en el Universidad Autónoma de Madrid hasta su jubilación y uno de los exponentes más importantes de una nueva biología, dice que los virus son “cristales”, son absolutamente inertes, están flotando en el aire, están en la tierra y no son susceptibles de provocar daño, a menos que en ese juego externo-interno, encuentren un factor ambiental antinatural que los desestabilice. Pese a ello, como dice Sandin, (con lo que estoy totalmente de acuerdo) escuchamos estos días que se les están asignando cualidades humanas: se les da intención, parecen poseer una clara estrategia de invasión, padecen animadversión ante su propio huésped… es decir, se les atribuye las mismas intenciones y comportamientos que al lado más oscuro del ser humano. ¿Quién sale ganando con esto?
Las verdaderas pandemias
Con esta “creada” pandemia del coronavirus, tapamos las verdaderas pandemias. El pasado año 2019, en España, fueron diagnosticados 270.000 casos de cáncer, y murieron 53.000 personas. El tabaco causó en España en 2018, 52.000 muertes, el 29% de naturaleza cardiovascular. El alcohol provocó en el año 2016, 37.000 muertes en España. El año pasado hubo en nuestro país 525.300 casos diagnosticados de gripe, de los que murieron de gripe (o con gripe) 6.300 personas y 10.000 de neumonía. Entre otros miles y miles de muertes.
Esta supuesta epidemia no “matará” tanta gente. Según los centros de control de enfermedades europeos 8 millones de personas mueren al año por contaminación ambiental en Europa. Según la OMS cada año mueren 8 millones de personas en el mundo por causa del tabaco. Y según la FAO, 6 millones de niños mueren anualmente. Pero estos casos, tan humanamente sangrantes, no se han diagnosticado como pandemias. Según la OMS la gripe ocasiona de 250.000 a 500.000 muertes al año a nivel mundial.
Toda epidemia, por muy grave que sea, siempre tiene el mismo recorrido: parte de un origen (más bien difuso), llega a su pico, desciende y luego desaparece. Las epidemias son especialmente devastadoras en lugares de hambre y guerras; y también donde no hay agua potable, los ríos están muy contaminados o/y el aire se vuelve apenas respirable. Ese es el caldo de cultivo donde se originan las epidemias. Aquí, en nuestro país, las epidemias no tienen su origen en la inanición sino en la sobrealimentación, la contaminación, el estrés, la falta de descanso y el analfabetismo emocional, entre otros.
Divide, aísla y vencerás
Esta pandemia del miedo, tan bien orquestada, está favoreciendo la aparición del pensamiento único: ¡Hay que acabar con el virus! ¡Quédate en casa en beneficio de todos! Llegando a decir que aislarse en casa es la mejor vacuna.
Como la mayoría de nosotros, al inicio de esta “supuesta” pandemia me interesé por estar al día, hasta que me di cuenta que el que menos sabía, más hablaba; y peor aún, creaba opinión, siempre contra el virus. El miedo al contagio del coronavirus, día a día se alimenta de las noticias, TV, radio, periódicos, internet, etc. Por eso es recomendable hacer un “ayuno de noticias”
Aunque creas que con este confinamiento vas a salvar tu vida, estás en un error. El pánico está encorsetando a la sociedad. Estamos en manos de poderes fácticos que controlan detrás del telón y que no les importa destruir si sacan tajada de ello. Ya no hay otros problemas: ni Cataluña, ni los pensionistas, ni la recesión, nada de nada. La individualidad, el individuo ha caído bajo control. El sentimiento de humanidad y el alma de grupo está fuera de lugar.
El escenario de guerra nos mantiene confinados y aislados; apabullados por un lenguaje belicista que se propaga por doquier: hay que luchar contra el coronavirus, combatir al coronavirus, matarlo, destruirlo, arrasarlo, etc. Como un buen “chivo expiatorio”, este coronavirus ha cargado con todas las culpas. Ha provocado además, la toma de unas medidas de emergencia y fuerzas de control que de otra manera, difícilmente, hubieran sido aceptadas por la población general.
El Dr. Juan Gérvas, especialista en epidemiología y salud, es crítico, como lo soy yo, con las medidas de aislamiento impuestas, y no elegidas por consenso. El Dr. Gérvas dice textualmente en Acta Sanitaria: “Desde el principio se han implantado medidas sin fundamento científico, como cuarentenas forzadas de millones de personas, bloqueo de aerolíneas y controles en aeropuertos, cierre de fronteras, suspensión de comunicaciones, uso de mascarillas y otras medidas, con total ignorancia de las dinámicas del pánico”.
En este momento estoy en casa, confinado, en estado de alarma; peor que en lo que en mi juventud llamaban estado de excepción. Pero era otro el que mandaba; decían que era un dictador. Ahora con la excusa del virus, dictan otros. Pero no, no son dictadores; solamente te dictan lo que tienes que hacer… en beneficio de todos (¿o de unos pocos?). Algún día saldrán a la luz los verdaderos hacedores de esta plaga social y los beneficiados por ello.
Todos tenemos en el recuerdo la famosa epidemia de la gripe A, de hace más de 10 años. Según nos decían iban a morir decenas de miles de personas en poco tiempo. Desde mayo de 2009 hasta marzo de 2010 hubo 318 defunciones confirmadas por “virus pandémico”. Tanto revuelo de la gripe A para esto. Tanto miedo y amenaza que ocasionó muchas menos muertes que el tabaco o que el alcohol. No dejes que te inoculen más “historias para no dormir”.
La salud es una conquista personal y social
Ahora más que nunca, se vuelve imprescindible informar de forma realista, sin magnificar o agrandar lo que está ocurriendo. Se está dando un protagonismo desmedido a un virus, cuando el organismo humano es infinitamente más complejo y por ello más dado a mantener su homeostasis o equilibrio. Esta epidemia, en la línea de las últimas epidemias de invierno, no diezmará nuestro país, porque el virus, como mucho, no es más que un eslabón al final de una larga cadena de causas de enfermedad lo creamos o no.
Pero el miedo atenaza, anula, somete…, y una sociedad asustada, retroalimentada por el ambiente psicoemocional y social contaminado en el que nos hallamos inmersos, corre el riesgo de ceder y finalmente entregar su libertad a cambio de una “supuesta” seguridad.
Frente a esta posibilidad no me cabe más que volver a recordar que la curación no es un acto médico, es un proceso biológico. No podremos comprar nunca un gramo de salud en una farmacia, ni como un medicamento. La salud no se regala, no se compra, no se vende, la salud es una conquista personal y social.
Estos días estamos absorbiendo, orgánica y psicoemocionalmente, tal cantidad de miedo, sobre todo los niños y niñas, que son los más vulnerables a esto, que quizás el año que viene, la sociedad no ponga ningún tipo de reparo a campañas masivas de vacunación (esperemos que no lleguen a ser obligatorias) en la falsa esperanza de blindarse contra los “virus invisibles”.
Y lo que es realmente visible en esta crisis, es que mucha gente se siente indefensa ante la posibilidad (no la realidad) de que un virus te haga enfermar y que cuando te toca, no puedes hacer nada. Pareciese que la salvación estuviese en el sistema sanitario publico, que como buen padre, es el que vela por todos y tiene todo el poder, y al que todos debemos agradecer, sin hacer crítica, aunque en lo profundo esté en crisis y bancarrota, y a punto de desbordarse por el uso y abuso del mismo.
Nuestra salud no depende del sistema sanitario ni de la industria farmacéutica
Nuestra salud no depende de la industria farmacéutica ni depende del sistema sanitario. En el año 1974, el informe Lalonde, ya mostró que los hábitos de vida tienen un 43% de influencia en la salud, mientras el sistema sanitario (médicos, hospitales, atención de enfermería, etc.) sólo influye en un 11%. Y sin embargo éste se lleva la mayor parte del presupuesto sanitario, en lugar de fomentar una educación para la salud.
Actualmente perseguimos hasta la muerte a todo tipo de microbios, con un exceso de higiene con substancias químicas (a veces más perjudicial que necesario) y medicamentos “anti”, perdiendo de vista que cualquier germen (virus, bacterias, hongos), sólo germina cuando encuentra las condiciones adecuadas para ello. Obviando que quizás también, el abuso de medicamentos, (además de ser la tercera o cuarta causa de muerte), puede provocar alteraciones graves entre los microorganismos, propiciando la aparición de gérmenes más o menos patógenos y/o “mutantes”. Sin tener en cuenta que el miedo, el pánico, la ansiedad, la angustia, la depresión…, provocan un déficit del sistema inmunitario que abre las vías a cualquier infección-inflamanción, que desequilibra aún más el sistema y favorece la aparición de enfermedad.
En vez de convertirnos en cazadores de virus y microbios, convirtámonos en hacedores de nuestra salud y vida. De otra manera ocurrirá lo que muchas veces ha ocurrido: primero te venden la enfermedad y luego te venden la curación; no sólo para este mal, sino para todos tus males. Dentro de poquitos meses tendremos vacunas, no suficientemente probadas, y antivirales para todos… ¿No le conviene todo esto a aquella industria que gana más, cuanto más enfermos hay en el sistema? Lograrán con esto, no solo que se mediquen las personas enfermas, sino que lo hagan las sanas. Una buena manera de aumentar el negocio.
Momento de revisar y restaurar
Con la actual crisis, a día de hoy, 19 de marzo de 2020, se ha visto la vulnerabilidad del actual sistema sanitario. Por ello considero necesario una revisión de este sistema de salud que está basado, casi en un cien por cien, en luchar contra la enfermedad en vez de favorecer la salud.
Incluso conviene reflexionar sobre el “desde donde” se habla de salud a la población. Muchas veces se vislumbra un cierto aire paternalista, (yo sé, y tu no sabes lo que te pasa”; “tienes que hacer lo que yo te digo que hay que hacer”…) que usan nuestras autoridades. Y si cabe, de paso, renovar el léxico de guerra, que aun hoy se sigue utilizando en la terminología de los medicamentos con todos los “antis”: anti-bióticos, anti-piréticos, anti-inflamatorios, anti-histamínico, anti-diarreico, anti-emético…Sin darnos cuenta cuando le ponemos el anti, le damos más fuerza, más poder, a aquello contra lo que luchamos.
Nuestro sistema médico, anclado en luchar contra la enfermedad, ya hace tiempo que reconoce que, el uso y el abuso de antibióticos está produciendo el grave problema de las resistencias a los antibióticos y la aparición de bacterias “mutantes”.
La utilización de virus en cientos de laboratorios en el mundo en terapias génicas (entre ellas la producción de vacunas) o la producción de organismos genéticamente modificados o transgénicos, es una labor de alto riesgo. Si ocurriese cualquier error, (por ejemplo que un gen alterado quede fuera de control y se propague) podría llegar a ser fatal. Mucho peor que la contaminación química es la contaminación genética.
Es el momento de revisar, repasar y restaurar un sistema sanitario en crisis y desbordado.
Es momento de pasar del estudio y tratamiento de la enfermedad (patogénesis) a un nuevo paradigma, el estudio y la aplicación de la salud (salutogénesis, en palabra de Aaron Antonovsky). Es momento de implantar una real educación para la salud desde las escuelas infantiles hasta las facultades de medicina y demás profesiones sanitarias.
Que de la intervención y la medicación, nos abramos también a la filosofía de Hygea, la diosa griega del arte de curar a través del arte de vivir.
Y para terminar y si tuviese la suerte de que las autoridades me leyesen les diría: con el confinamiento no mataréis al virus, porque es parte del ecosistema al que pertenecemos, la vida, pero estáis a punto de matar las ilusiones de la gente.
Dr. Karmelo Bizkarra Maiztegi
Director Médico del Centro de Salud Vital Zuhaizpe
[ITA]
Per un sistema di salute salutare
Tradotto da Resiste! (https://resiste.squat.net/) da https://www.zuhaizpe.com/por-un-sistema-de-salud-saludable/
Carta aperta di fronte alla crisi del coronavirus
*nota di traduzione: userò il generico “x” nonostante nel testo originale sia usato il generico maschile
Mortx di paura
“Si dice che la morte camminava verso la Città Perduta quando incontrò un altrx camminante che andava nella stessa direzione. Lx camminante le domanda: – Mia Signora, dove va e perché? – Vado alla Città Perduta, perché devo provocare un’epidemia per uccidere mille dex sux abitanti. Passano alcuni giorni e compiuto il lavoro, la morte ritorna indietro dallo stesso cammino. A metà percorso incontra un’altra volta lx camminante. – Mia Signora, le dice lx camminante, l’altro giorno mi disse che andava ad uccidere mille abitanti della Città Perduta e risulta che ne sono mortx cento mila. Com’è possibile? – Io ho solo fatto il mio lavoro, risponde la morte, io ho ucciso mille persone. – E il resto? – Il resto… è morto di paura”.
L’inoculazione della paura
Tutte le crisi, che siano esse di salute, di vita, di affetti…, è come arrivare a un incrocio di cammini; nel bivio, nell’ incrocio, emergono davanti a noi, come possibilità, quattro opzioni: un cammino a sinistra che mi porta verso me stessx, uno a destra me mi porta verso lx altrx, un cammino davanti che mi porta ad avanzare (con lx altrx) per affrontare insieme gi ostacoli e le difficoltà e un cammino dietro, che è quello che mi porta a ripetere ciò che mi ha fatto arrivare prcisamente fin qui. Nella scelta cosciente, di ciò che è adeguato in ogni momento, sta la chiave e la risoluzione della crisi.
Se prendiamo questa metafora, nell’attuale “crisi sanitaria” che stiamo vivendo, a mio avviso, coloro che prendono le decisioni sembrano scegliere di tornare indietro per lo stesso cammino che ci ha portato fin quì; cioè facendo la stessa cosa, “lottare contro” e aspettare che “si calmi il temporale”, chiudendo gli occhi, come struzzi, al nuovo scenario che si presenta ed evitando di vedere le nuove possibilità che emergono perchè si istalli un nuovo paradigma a livello di salute. Se apriamo bene gli occhi, se non è il panico a guidarci, possiamo essere coscienti del cambiamento e dell’ opportunità che, come un seme, ogni crisi porta con sè.
Si è arrivati a convertire un’influenza invernale, che è un fatto ordinario, in un fatto straordinario. Ciò che prima si era ottenuto con misure poliziali o militari, sì è raggiunto con il coronavirus: l’isolamento, il confinamento, lo stato di emergenza e che le persone vedano lx prossimx come possibile origine di contagio, di infezione e di morte. Non “puoi” più dare la mano, dare due baci o un abbraccio, non si fà più, è mal visto. Lx nonnx non si prendono più cura dex loro nipoti perchè “non mi contagino”. A partire da adesso l’espressione d’affetto (baci, abbracci) sarà vista con sospetto o diventerà addirittura pericolosa.
Questo virus, il coronavirus, il virus “reale” (per la corona), si è propagato attraverso i mezzi di comunicazione (controllo) di massa: è la prima volta che si è trasmessa un’epidemia in diretto, ora per ora, minuto per minuto, in tempo reale. E dopo, si è tornata a trasmettere per whatsapp. Non so ancora se il virus si contagia, così come ci dicono, con il semplice contatto; quello che so, è che sono riusciti a contagiare l’ansia, l’angoscia, la paura, il panico; e questo va “in crescendo” come dicono lx musicistx.
Tutto ciò avrà conseguenze a breve e medio termine. Ci vorrà del tempo per tornare a vedere l’altrx come differente, diversx da me e non per questo distante; per un periodo continuerà l’inerzia di vederti come distintx e contrarix (e a volte “sospettosx di contagiarmi qualcosa”) invece che distintx e complementare. In questa crisi, “la crisi C”, la crisi del coronavirus, alcunx ne usciranno vincendo mentre la maggior parte perderemo; perderemo soprattutto il nostro potere personale, cedendolo a un virus che neanche vediamo, però che a forza di nominarlo e temerlo, è diventato molto potente.
Questa crisi, questa cosiddetta epidemia, non è prodotta dal virus. E’ prodotta dal nostro stile di vita, la vita competitiva e la sopravvivenza, non solidale e ingiusta. E’ costruita sulla paura del futuro che limita l’anima della gente. Chissà se un giorno si dimostrerà che il virus non uccide come la paura, l’angoscia, la depressione e la noia desvitalizzzante, che può porre fine alla vita di molte più persone. Vogliamo o no, siamo nel mezzo di una “piaga emotiva”, come diceva W. Reich, l’epidemia della paura.
Il virus come un indicatore di malattia
In un mondo ecologicamente così complesso e autoorganizzato come quello attuale, non possiamo parlare di una sola causa di malattia. Molti fattori favoriscono la malattia e il più importante, senza dubbio, non è il virus. Il virus è un indicatore della malattia, non è, ne può essere, la causa principale. Tuttavvia, in questi giorni, la gente è convinta che l’unica e vera causa di questa crisi è il coronavirus, un virus che è caduto addosso e di fronte al quale non possiamo fare nulla; un virus che salta, per così dire, di persona in persona e davanti al quale siamo indifesx (a meno che usiamo guanti e ci mettiamo la mascherina).
Sta morendo gente, si. Però come tutti gli anni. Annualmente migliaia di persone muoiono di influenza. Io direi con influenza, non di essa. Di fatto, l’attuale allarme non dipende tanto dal virus, quanto dalle misure prese, che hanno provocato che un fatto ordinario si sia trasformato in straordinario.
I coronavirus sono virus che formano parte di un’ampia famiglia dei virus dell’influenza. Si ritiene che da un 15% a un 30% delle influenze normali di ogni anno sono provocate da coronavirus. Non sono così strani e non hanno neanche l’aggressività di cui li si accusa.
Microrganismi interni ed esterni
Ci sono milioni e milioni di microorganismi esterni (virus e batteri), nei nostri alimenti, nella terra che produce gli alimenti che mangiamo, nell’acqua che beviamo o nell’aria che respiriamo, e che continuamente si relazionano con i microrganismi al nostro interno (virus e batteri). C’è di più, i microrganismi interni o microbiota (intestinale, pelle, vagina) sono totalmente necessari e imprescindibili per mantenere la salute umana. Negli ultimi tempi è stato provato il ruolo, di prima linea, che ha il nostro microbiota intestinale nella messa a punto del nostro sistema immunitario.
I virus, i batteri e i funghi, come microrganismi quali sono, convivono dentro questo sistema infinitamente complesso che è l’essere umano. Dunque, è logico pensare che è l’essere umano ad agire sul virus e non al contrario. Il nostro organismo ha la capacità di mantenere l’omeostasi o equilibrio, e far fronte a un microrganismo, nel caso in cui questo diventasse patogeno e facilitatore di più disequilibrio.
I virus diventano patogeni solo quando c’è qualche fattore ambientale antinaturale che li destabilizza. E uno di questi può essere l’abuso di antibiotici o farmaci in generale.
L’ecosistema creato dalla Vita, ha previsto che, in modo organico, ci sia un equilibrio o armonia tra i microrganismi quali virus, batteri e funghi; ma si è visto che se abusiamo di antibiotici, con i quali si distruggono i batteri, apriamo quello che in ecologia si chiama una “nicchia ecologica”. Nello spazio o vuoto creato, si possono moltiplicare, senza nessun controllo, virus e funghi presumibilmente patogeni. Un esempio di questa relazione e riadattamento che esiste tra i microrganismi ce lo dimostra l’origine della penicillina a partire da un fungo. Un altro esempio ce l’abbiamo nei lactobacillus salutari della vagina, che quando vengono distrutti dagli antibiotici, tendono a svilupparsi, senza che niente contenga la crescita di una specie di fungo, la candida, come segno di malattia.
In questa relazione di microrganismi, la chiave è che il nostro habitat interno si mantenga sufficientemente salutare e che siamo coscienti che l’applicazione delle 5 chiavi della salute – alimentazione sana, respirazione cosciente, equilibrio-movimento-riposo, espressione emotiva e contatto con la natura – sono i pilastri del nostro sistema di salute individuale.
Maximo Sandin, che è stato professore di biologia nell’Università Autonoma di Madrid fino al suo pensionamento e uno degli esponenti piú importanti di una nuova biologia, dice che i virus sono “vetri”, sono assolutamente inerti, stanno fluttuando nell’aria, stanno nella terra e non sono capaci di provocare danno, a meno che in questo gioco esterno-interno, trovino un fattore ambientale antinaturale che li destabilizzi. Nonostante questo, come dice Sandin, (con il quale sono totalmente d’accordo) ascoltiamo in questi giorni che gli si stanno assegnando qualitá umane: gli si da intenzione, sembrano possedere una chiara strategia di invasione, sembrano ostili nei confronti dellx loro ospite… Cioè, gli si attribuiscono le stesse intenzioni e comportamenti del lato più oscuro dell’essere umano. Chi ne esce vincendo con ciò?
Le vere pandemie
Con questa “creata” pandemia del coronavirus, nascondiamo le vere pandemie. L’anno passato 2019, in Spagna, sono stati diagnosticati 270.000 casi di cancro, e sono morte 53.000 persone. Il tabacco ha causato in Spagna nel 2018, 52.000 mortx, il 29% di natura cardiovascolare. L’alcool ha provocato 37.000 mortx in Spagna. L’anno scorso ci sono stati 525.300 casi diagnosticati di influenza nel nostro paese, dellx quali morirono di influenza (o con influenza) 6.300 persone e 10.000 di polmonite. Tra altre migliaia e migliaia di morti. (ndt: dati relativi alla Spagna).
Questa presunta pandemia non “ucciderà” molta gente. Secondo i centri di controllo delle malattie europei 8 milioni di persone muoiono ogni anno a causa di inquinamento ambientale in Europa. Secondo la OMS ogni anno 8 milioni di persone muoiono nel mondo a causa del tabacco. E secondo la FAO, 6 milioni di bambinx muoiono annualmente. Peró questi casi, cosí umanamente sanguinanti, non sono stati disgnosticati come pandemie. Secondo la OMS l’influenza causa dalle 250.000 alle 500.000 morti all’anno a livello mondiale.
Ogni epidemia, per quanto grande possa essere, fa sempre lo stesso percorso: parte da un’origine (piuttosto diffusa), arriva al suo picco, diminuisce e dopo scompare. Le epidemie sono particolarmente devastatrici in luoghi di fame e di guerra; e anche dove non c’é acqua potabile, i fiumi sono molto inquinati e/o l’aria diventa quasi irrespirabile. É questo il terreno fertile nel quale si originano le epidemie. Qui, nel nostro paese, le epidemie non hanno la sua origine nella fame se non nella sovralimentazione, nell’inquinamento, nello stress, nella mancanza di riposo e nell’analfabetismo emozionale, tra altri.
Dividi, isola e vincerai
Questa pandemia della paura, così ben orchestrata, sta favorendo l’apparizione del pensiero unico: “Bisogna fermare il virus!” “Resta in casa per il beneficio di tuttx!” Arrivando a dire che isolarsi in casa é il miglior vaccino.
Come la maggior parte di noi, all’inizio di questa presunta pandemia mi sono interessato per essere aggiornato, finché mi sono reso conto che chi meno sapeva, piú parlava; e ancor peggio, creava opinione, sempre contro il coronavirus. La paura del contagio del coronavirus, giorno per giorno si alimenta di notizie. Tv, radio, giornali, internet, ecc. Perció è raccomandabile fare un “digiuno di notizie”.
Se credi che con questo confinamento salverai la tua vita, sei in errore. Il panico sta mettendo una camicia di forza alla società. Siamo in mano a poteri di fatto che controllano da dietro le quinte, e a cui non interessa distruggere se possono prendere una percentuale. Già non esiste nessun altro problema: nè la Cataluña, nè lx pensionatx, nè la recessione, niente di niente. L’individualità, l’individux è cadutx sotto controllo. Il sentimento di umanità e lo spirito di gruppo sono fuori luogo.
Lo scenario di guerra ci mantiene confinatx e isolatx; sopraffattx da un linguaggio bellico che si diffonde ovunque: bisogna lottare contro il coronavirus, combattere il coronavirus, ucciderlo, distruggerlo, annientarlo, ecc. Come un buon “capro espiatorio”, questo coronavirus si è assunto tutte le colpe. Ha provocato inoltre, l’adozione di misure di emergenza e forze di controllo che in un’altra maniera, difficilmente, sarebbero state accettate dalla popolazione nel complesso.
Il Dr. Juan Gèrvas, specialista in epidemiologia e salute, è critico come lo sono io, sulle misure di isolamento imposte e non prese a consenso. Il Dr. Gèrvas dice testualmente in un Atto Sanitario: “Fin dall’inizio si sono adottate misure senza fondamento scientifico, come quarantene forzate di milioni di persone, blocchi di linee aeree e controlli in aereoporto, chiusura di frontiere, sospensione di comunicazioni, uso di mascherine e altre misure, con totale ignoranza delle dinamiche del panico”.
In questo momento sono a casa, confinato, in stato di allarme; peggio di quello che nella mia giovinezza chiamavano stato d’emergenza. Peró era un altro a comandare; dicevano che era un dittatore. Adesso con la scusa del virus, sono altrx a dettar legge. Peró no, non sono dittatorx, solo ti impongono quello che devi fare… per il bene di tuttx (o di pochx?). Un giorno verranno alla luce lx verx fabbricanti di questa piaga sociale e chi ne avrá tratto vantaggio.
Tuttx ricordiamo la famosa epidemia dell’ influenza A, di più di 10 anni fa. Secondo ció che ci dicevano sarebbero morte decine di migliaia di persone in poco tempo. Da maggio del 2009 a marzo del 2010 ci furono 318 decessi confermati per “virus pandemico”. Tanta agitazione per questo. Tanta paura e minaccia provocò molte meno morti del tabacco o dell’alcool. Non lasciare più che ti inoculino altre “storie da incubo”.
La salute è una conquista personale e sociale
La salute è una conquista personale e sociale
Adesso più che mai, diventa necessario informare in maniera realista, senza amplificare o ingrandire ciò che sta succedendo. Si sta dando un protagonismo smisurato a un virus, quando l’organismo umano è infinitamente più complesso e perciò più portato a mantenere la sua omeostasi o equilibrio. Questa epidemia, sulla linea delle ultime epidemie invernali, non decimerà il nostro paese, perchè il virus, al massimo, non è più che l’anello finale della lunga catena di cause di malattia, che lo crediamo o no.
Però la paura soffoca, annulla, sottomette… e una società impaurita, retroalimentata dall’ambiente psicoemozionale e sociale inquinato nel quale siamo immersx, corre il rischio di cedere e infine consegnare la sua libertà in cambio di una “presunta” sicurezza.
Di fronte a questa possibilità non mi resta che tornare a ricordare che la guarigione non è un atto medico, è bensì un processo biologico. Non potremo mai comprare un grammo di salute in una farmacia, nè in un farmaco. La salute non si regala, non si compra, non si vende, la salute è una conquista personale e sociale.
In questi giorni stiamo assorbendo, organicamente e psicoemotivamente una tale quantità di paura, soprattutto lx bambinx, che sono lx più sensibili a questo, che forse l’anno prossimo, la società non si farà nessuno scrupolo a campagne massive di vaccinazione (speriamo che non arrivino ad assere obbligatorie) nella falsa speranza di proteggersi dal “virus invisibile”.
Ciò che è realmente visibile in questa crisi è che molte persone di sentono indifese di fronte alla possibilità (non alla realtà) che un virus ti faccia ammalare e che quando ti tocca, non possa fare niente. Sembrerebbe che la guarigione stia nel sistema sanitario pubblico, che come un buon padre, è colui che rema per tuttx e ha tutto il potere, e quello che tuttx dobbiamo ringraziare, senza fare una critica, anche se nel profondo è in crisi e bancarotta e a punto di affondare.
La nostra salute non dipende dal sistema sanitario né dall’ industria farmaceutica
La nostra salute non dipende né dall’industria farmaceutica né dipende dal sistema sanitario. Nell’anno 1974, il rapporto Lalonde, già dimostrava che le abitudini, o stile di vita, hanno un 43% di influenza sulla salute, mentre il sistema sanitario (medicx, ospedali, assistenza infermieristica, ecc) influiscono solo di un 11%. Eppure quest’ultimo si prende la maggior parte del preventivo sanitario, invece di promuovere un’educazione per la salute.
Attualmente perseguitiamo fino alla morte ogni tipo di microbo, con un eccesso di igiene con sostanze chimiche (a volte più dannose del necessario) e farmaci “anti”, perdendo di vista che ogni germe (virus, batteri, funghi), prospera solo quando trova le condizioni adatte a ciò. Ignorando che chissà, l’abuso di farmaci (oltre ad essere la terza o quarta causa di morte) può provocare gravi alterazioni tra i microrganismi, agevolando l’apparizione di germi più o meno patogeni e/o “mutanti”. Senza tenere in conto che la paura, il panico, l’ansia, l’angoscia, la depressione…, provocano un deficit del sistema immunitario che apre la strada a qualsiasi infezione-infiammazione, che disequilibra ancora di più il sistema e favorisce l’apparizione di malattie.
Invece di convertirci in cacciatorx di virus e microbi, convertiamoci in creatorx della nostra salute e della nostra vita. In caso contrario succederà quello che è già successo molte volte: prima ti vendono la malattia e dopo ti vendono la cura; non solo per questo male, bensì per tutti i tuoi mali. In pochi mesi avremo vaccini, non sufficientemente testati, e antivirali per tutto. Non le conviene questo a quell’industria che più malatx ci sono nel sistema, più guadagna? Così otterranno che si medichino non solo le persone malate, se non che lo facciano anche quelle sane. Una buona maniera di accrescere gli affari.
Il momento di rivedere e ricostruire
Con la crisi attuale, al giorno d’oggi, 19 marzo 2020, si è vista la vulnerabilità dell’attuale sistema sanitario. Perciò considero necessaria una revisione di questo sistema di salute che è basato, quasi al cento per cento, nel lottare contro la malattia invece di favorire la salute.
Conviene anche riflettere sul “da che prospettiva” si parla di salute alla popolazione. Molte volte si intravede una certa aria paternalista, (“io so, e tu non sai ciò che ti succede”; “devi fare ciò che io ti dico che bisogna fare”…) usata dalle nostre autorità. E se possibile, di strada, rinnovare il lessico di guerra, che ancora oggi si continua ad usare nella terminologia dei farmaci con tutti gli “anti”: anti-biotici, anti-piretici, anti-infiammatori, anti-istaminico, anti-diarreico, anti-emetico… Senza renderci conto che quando gli mettiamo l’anti, gli diamo più forza, più potere, a quello contro il quale lottiamo.
Il nostro sistema medico, arroccato nel lottare contro la malattia, da tempo già riconosce che, l’uso e abuso di antibiotici sta producendo il grave problema della resistenza agli antibiotici e dell’apparizione di batteri “mutanti”.
L’uso del virus in centinaia di laboratori nel mondo in terapie genetiche (tra loro la produzione di vaccini) o la produzione di organismi geneticamente modificati o transgenici, è un’attività ad alto rischio. Se avvenisse un qualsiasi sbaglio, (per esempio che un gene alterato resti fuori controllo e si propaghi) potrebbe arrivare ad essere mortale. La contaminazione genetica è molto peggio di quella chimica.
E’ il momento di rivedere, discutere e ricrostruire un sistema sanitario in crisi e al collasso.
E’ il momento di passare dallo studio e il trattamento delle malattie (patogenesi) a un nuovo paradigma, lo studio e l’applicazione della salute (salutogenesi, in parole di Aaron Antonovsky). E’ il momento di realizzare una reale educazione per la salute dalle scuole infantili alle facoltà di medicina e alle altre professioni sanitarie.
Mi auguro che dall’intervento e dalla medicazione, ci apriamo anche alla filosofia di Hygea, la dea greca dell’arte di curare attraverso l’arte di vivere.
E per finire, se avessi la fortuna che le autorità mi leggessero gli direi: con il confinamento non ucciderete il virus, perchè è parte dell’ecosistema al quale apparteniamo, la vita; però siete sul punto di uccidere l’entusiasmo della gente.
Dr. Karmelo Bizkarra Maiztegi
Direttore Medico del Centro di Salute Vitale Zuhaizpe