Con una breve nota de prensa difundida por el Cos de Mossos d’Esquadra se anunciaba el pasado 13 de abril la operación policial en la que se detuvo en Barcelona la compañera actualmente encarcelada en Köln (Alemania), acusada de haber expropiado una entidad bancaria en la ciudad de Aachen.
Según esta nota, la operación respondía al cumplimiento de una Comisión Rogatòria Internacional cursada a petición de la Fiscalía de Aachen, que dos días antes de la operación había firmado una orden de detención a nombre de la militante anarquista de Barcelona. Lo que no explicaba la nota y hasta ahora no había trascendido al conocimiento público es que la detención y los registros efectuados por el CME en los barrios barceloneses de Gràcia y el Carmel no fueron la simple ejecución de una petición internacional, sino la culminación de un larga y estrecha colaboración entre los aparatos policiales y judiciales de los Estados alemán y español, con la participación activa de la policía autonómica catalana. La implicación de los Mossos d’Esquadra en el caso se inicia mucho antes del pasado abril y, tal como ha quedado evidenciado, va bastante más allá de un papel pasivo y meramente ejecutorio.
Una mañana cualquiera a Aachen
La mañana del 14 de noviembre del 2014 un grupo de personas armadas entra a la oficina del Pax Bank de la localidad westfaliana de Aachen, al oeste del país. Después de vaciar la caja fuerte y atar a los empleados del banco, abandonan la oficina sin que se hayan producido heridos ni daños personales. Durante los días siguientes, la brigada policial encargada de la investigación, la Landeskriminalamt de Nordrhein-Westfalen (LKA NRW), vinculará esta expropiación con otros dos asaltos ocurridos los últimos años a la ciudad [1] y pondrá en marcha una auténtica -e infructuosa- campaña mediática de delación, difundiendo públicamente los detalles de los atracos y ofreciendo recompensas de miles de euros a cualquier que pueda aportar información sobre personas sospechosas. Tan lejos irá la LKA en esta estrategia, que decidirá utilizar para su campaña un famoso y deplorable programa televisivo, emitido en una de las principales cadenas del país: Aktenzeichen XY… Ungelöst (“Expediente XY… No Resuelto”). Se trata de un reality show de carácter abiertamente para-policial donde se exponen de forma morbosa casos que la policía ha sido incapaz de cerrar por sí misma, mostrando imágenes de cámaras de seguridad, ropa encontrada en los lugares de los «crímenes», retratos robot y reconstrucciones dramatizadas de los hechos para impresionar e incitar a la masa espectadora a ayudar a los cuerpos del Estado y delatar a otras personas.
La peluca, el guante y la lata
Cuatro meses después de la acción, en marzo del 2015, la investigación adoptará un nuevo rumbo con la entrada en escena de la policía catalana. Ésta hará llegar a Alemania una nota en respuesta a la petición que en enero había enviado la LKA a nivel internacional, haciendo circular los perfiles genéticos extraídos de muestras de ADN [2] supuestamente encontradas en el lugar de los hechos, buscando posibles coincidencias en las bases de datos de otros Estados. Según los Mossos, el perfil de una muestra extraída de una peluca encontrada cerca del Pax Bank de Aachen en noviembre coincidiría con una entrada de su bases de datos genéticas, un rastro extraído de un guante encontrado a la calle después de una acción directa de carácter político ocurrida en el barrio de Sants de Barcelona el junio del 2009. A partir de aquí empieza una investigación conjunta en la que los cuerpos policiales de ambos Estados comparten información e inician una investigación intensiva dentro de lo que la prensa alemana ha denominado como ”el movimiento de casas ocupadas de extrema izquierda de Barcelona” y que, según las tesis expuestas a los medios por la fiscalía y la policía de Aachen, ha sido el escenario principal de la investigación.
En el marco de esta investigación, y siempre según la versión policial, a finales de junio agentes de la división de información de los Mossos recogieron furtivamente una lata de cerveza vacía y abandonada en la calle por la compañera encausada. De esta lata habrían extraído muestras de ADN con el fin de realizar una comparación directa con los restos de material genético encontrado cerca del Pax Bank después de la expropiación. Cuatro meses después, a finales de octubre, un informe de los laboratorios biológicos de los Mossos habría confirmado la coincidencia entre ambas muestras. No obstante, pasarían casi seis meses más hasta que el 12 de abril del presente año se cursara desde Aachen una Orden Europea de Detención y Entrega contra ella, siendo finalmente detenida al día siguiente en su domicilio del barrio del Carmel.
Represión y control social: el ADN de los Estados
El proceso policial que desemboca en esta detención nos confirma por lo tanto el que muchas ya sospechábamos, y es que los Mossos d’Esquadra llevan años recogiendo de forma masiva y sistemática muestras biológicas durante acciones, movilizaciones, registros y protestas para la confección de una base de datos genéticas que incremente el control sobre los movimientos antagonistas. Lo que inicialmente se introdujo con como una medida excepcional, argumentando la necesidad de protegerse ante violadores reincidentes y casos similares, se está implementando y normalizando como una tecnología represiva más al servicio de la persecución de militantes políticas.
En el Estado español este modus operandi policial lleva tiempo siendo ensayado por la policía autonómica vasca (Ertzaintza) en la represión de la izquierda abertzale y de las luchas en Euskal Herria. Tal como denunciaba el diario Gara ya en 2007, la Ertzaintza empezó a construir una base de datos genéticas a golpe de recoger colillas de tabaco y vasos durante las fiestas, cepillos de dientes a los registros, o boquillas de plástico utilizadas en falsos controles de alcoholemia. Los problemas de fiabilidad y validez probatoria atribuidos por expertos a las técnicas de ADN no han impedido a la policía autonómica vasca iniciar procesos judiciales basados en el perfil genéticos como única prueba, procesos que con la inestimable ayuda de los tribunales de excepción de la Audiencia Nacional española a menudo han resultado en largas penas de prisión para las acusadas.
A nivel europeo, el uso de tecnologías genéticas en el ámbito policial y judicial no ha dejado de ganar terreno desde que a finales de los años 80 la Interpol importara de los Estados Unidos de América la estrategia de crear bases de datos para la identificación de personas a través del perfil de ADN. A pesar de las diferencias según el contexto sociopolítico y jurídico de cada lugar, en general la tendencia común a nivel internacional es el crecimiento exponencial de la información personal registrada en estas bases de datos y la eliminación progresiva de las restricciones legales que limitan la introducción y procesamiento de nuevas muestras. El uso policial de las tecnologías genéticas ha aumentado drásticamente en toda la Unión Europea, y los criterios para permitir su utilización son cada vez más laxos. Nos encontramos por lo tanto ante un descomunal salto cualitativo, no ya en las técnicas represivas orientadas a sectores disidentes minoritarios, sino en la capacidad de los Estados para el control social de toda la población en general. Ante este reto, las enemigas del status quo tendremos que escoger entre dejarnos intimidar por los mecanismos de control del Poder o producir las estrategias políticas y prácticas adecuadas para afrontarlos, sabiendo que la hipótesis de una sociedad totalmente controlada es sólo eso, la oscura fantasía irrealizable de una lógica de dominación que siempre encontrará resistencias.
Notas:
[1] Recordamos que hace poco fue nuevamente detenida en Amsterdam una compañera a la que se acusa de haber participado en una de estas expropiaciones, concretamente la que tuvo lugar el julio del 2013.
[2] El ácido desoxirribonucleico (ADN) es un componente químico del núcleo celular que contiene la información genética que se transmite de forma hereditaria en los organismos vivos. Este ácido se encuentra en todas las células de animales—humanos y no humanos—, plantas y otros organismos, excepto en los glóbulos rojos. El ADN se utiliza en varias técnicas (biogenética, nanotecnología, bioinformática, etc.), pero la que nos interesa en este texto es la llamada «forense», utilizada en contextos policiales, judiciales y penales. En estos casos se utiliza el ADN que se extrae del pelo, la saliva o la sangre, y como resultado se obtiene el que se denomina huella genética o «perfil de ADN». Son las variaciones de secuencia de esta huella o perfil el que permiten diferenciar a las personas, como si se tratara de un “código de barras humano”.
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